Parroquia de San Pablo (Sevilla)
Con motivo de la XX semana de la Arquitectura, que se ha celebrado entre el 4 y el 9 de octubre, el Colegio de Arquitectos de Sevilla en colaboración con la Fundación Docomomo Ibérico que trabaja para el reconocimiento, la protección patrimonial y la conservación de la arquitectura del movimiento moderno, han querido resaltar la arquitectura religiosa del Polígono San Pablo de Sevilla. Para ello se ha colocado una placa Docomomo en la Parroquia de San Pablo.
El Polígono San Pablo surge en los años sesenta del siglo XX como respuesta a la demanda de vivienda social que había en Sevilla debido al crecimiento demográfico entre otros condicionantes. Su diseño se encargó a dos grupos de arquitectos que desarrollan el proyecto de crear una gran barriada organizada en cinco barrios, cada uno de los cuales debía contar con un conjunto de equipamientos públicos con los colegios y las cuatro parroquias que se diseñan: San Pablo, la Virgen del Pilar, San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier, todas ellas interesantísimos ejemplos de renovación tipológica y de uso pionero de la arquitectura moderna en nuestra ciudad.
La Parroquia de San Pablo se construyó entre los años 1961 y 1962 y es obra del arquitecto Luis Recasens Méndez con la colaboración de Antonio de la Peña y la contribución del artista Santiago del Campo. Fue bendecida en la festividad de San Pedro y San Pablo, el 29 de junio de 1966 por el Cardenal Bueno Monreal.
Los arquitectos planteaban en la memoria del proyecto que buscaban “una arquitectura puramente funcional en la que intenta presidir un sentido de espiritualidad en el edificio de gran sencillez, tanto interior como exterior”, para la que buscan los materiales más adecuados, así como el uso de las texturas y la luz, y que se enriquece semánticamente con la escenografía diseñada por el genial Santiago del Campo, como subraya el arquitecto Antonio Barrionuevo en su libro “Santiago del Campo. Escenógrafo. Las iglesias del Gran San Pablo de Sevilla”.
De una sola nave, presenta en planta la forma de un triángulo isósceles truncado en su ángulo menor, con la Capilla del Sagrario anexa en el lado del Evangelio junto a la sacristía formando un volumen de menor entidad que se comunica con el espacio semiabierto que funciona de acceso lateral a la iglesia y que facilita la articulación con el resto del conjunto, que incluye la vivienda rectoral, despacho, oficina y salón de actos.
Además de esta entrada de mayor tamaño para los fieles en el muro del Evangelio, la cual se cubre con un original artesonado cerámico realizado por el ceramista trianero Emilio García, es de gran belleza y simbolismo la otra entrada que se plantea desde los pies de la iglesia por medio de la capilla bautismal, decorada con una bella vidriera y una monumental lámpara. Al exterior presenta una marquesina de hormigón armado muy esbelta que se dobla apoyándose en el suelo y que aparece decorada por un mural de azulejos con cuatro arcángeles realizado igualmente por Emilio García, autor asimismo del Cristo Crucificado que preside el altar mayor de la iglesia. El cerramiento de los pies de la iglesia se muestra como un muro de luz azul debido a las vidrios de este color que se alternan entre las juntas verticales abiertas de las piezas con que se construye dicho cerramiento, consiguiendo un místico efecto de gran belleza.
La cubierta aparece dividida por vidrieras estrechas que cubren todo el ancho de la nave y que modulan rítmicamente por medio de la luz de colores el espacio. La iluminación natural del interior de la iglesia se completa con otras vidrieras en los laterales del presbiterio, cuya luz ilumina directamente el altar.
Sobre el muro de cerramiento perimetral de todo el recinto se alza, a modo de espadaña o campanario, un grupo escultórico realizado en forja y vidrio de gran liviandad y belleza.
El interior de la iglesia es de gran sobriedad, pero de gran belleza debido a la luz coloreada de las vidrieras y a los magníficos elementos ornamentales de Santiago del Campo, entre los que destacan el Vía Crucis o la pintura a modo de retablo que preside la Capilla del Sagrario y que representa la oración de Jesús en el huerto de los olivos. El Vía Crucis está planteado como una gran escultura en piedra incrustada en el muro de la Epístola, cuya composición se interpreta como la representación del camino que recorrió Jesús hasta el Calvario, por lo que las estaciones se sitúan en dirección ascendente, con la primera más baja como comienzo del recorrido y la que representa la muerte de Jesús en la cruz en el punto más alto para volver a descender hasta la última, la sepultura.
Santiago del Campo es igualmente autor del diseño de todo el mobiliario litúrgico de la iglesia, en el que sobresale la mesa del altar, realizada en un solo bloque de piedra caliza soportada por una original estructura metálica, la sede, los bancos y reclinatorios de los concelebrantes de madera con incrustaciones de teselas cerámicas, las lámparas, la pila bautismal o la lamparilla del Sagrario.
Finalmente señalar la pintura del titular de la Parroquia, San Pablo, obra igualmente de Santiago del Campo, que muestra al apóstol de los gentiles con un libro en sus manos.
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