“Porque sumando X logramos un mundo mejor”, carta de Monseñor Asenjo Pelegrina
Desde el pasado 7 de abril y hasta el 30 de junio, los españoles estamos nuevamente convocados a presentar la declaración de la renta. Como es sabido, este es el modo que tenemos de contribuir al sostenimiento de los servicios públicos. Además, de esta forma se consigue una mejor distribución de los bienes, haciendo que lleguen a los más pobres, que de otro modo no podrían disfrutar de los servicios esenciales. Y hay algo que sigue estando vigente: hacer la declaración de la renta en conciencia y con veracidad es obligación de todo ciudadano. Y los cristianos, además, nos lo debemos tomar como un deber religioso.
Esto no es algo de ahora. En el Nuevo Testamento encontramos referencias que avalan esta obligación ciudadana y religiosa relacionada con el pago de los impuestos. Jesús paga el tributo debido al templo (Mt 17, 24-27) y encarece la obligación de dar al César lo que es del César (Mt 22, 21). San Pablo, por su parte, nos dice: “Pagad a todos lo que debáis, a quien tributo, tributo; a quien, impuesto, impuesto…”. (Rom 13,7). El papa Pío XII nos enseñó que “no existe duda alguna sobre el deber de cada ciudadano de soportar una parte de los gastos públicos”. Y otro tanto afirmaron Juan XXIII, Juan Pablo II, el Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica, que nos asevera que “la sumisión a la autoridad y la corresponsabilidad en el bien común exigen moralmente el pago de los impuestos…”. El papa Francisco, por su parte, nos ha dicho que pagar los impuestos “es un acto debido para sentirse ciudadanos”, asegurando que el cristiano “está llamado a comprometerse concretamente en las realidades humanas y sociales sin contraponer a Dios y al César”.
El ejercicio de este deber ciudadano nos posibilita cumplir el quinto mandamiento de la Iglesia, es decir ayudar a la Iglesia en sus necesidades. Hay un modo muy sencillo de hacerlo: marcando con una equis (x) la correspondiente casilla del impreso de la declaración. Con ello, manifestamos nuestra voluntad de que el 0,7 % de nuestros impuestos, se destine a la Iglesia. Aclaro que ello no supone pagar más impuestos. Debemos ponerlo incluso en el caso de que nuestra declaración resulte a devolver.
Hay que advertir también que tenemos la posibilidad de marcar simultáneamente la casilla destinada a “Otros fines sociales”, cosa que yo recomiendo. En este caso son las ONGs para el desarrollo las destinatarias del mismo porcentaje que percibe la Iglesia. Entre ellas, como es sabido, se encuentran muchas organizaciones católicas que sirven a los más pobres en España y en los países del Sur.
Las razones para tomar en serio esta responsabilidad son, entre otras, los bienes que de la Iglesia hemos recibido, el don del Bautismo, la filiación divina, la vida de la gracia, el perdón de los pecados, el pan de la Eucaristía y la formación cristiana. Gracias a ella vivimos nuestra fe en una comunidad que nos arropa y acompaña. El ejercicio de la religión, por otra parte, es un bien para la sociedad, pues genera cohesión social, cultura, civismo y educación; favorece el desarrollo verdadero de las personas y de los pueblos y es fuente de valores como la solidaridad, la justicia y la convivencia.
¿Por qué necesita la Iglesia esta ayuda de sus fieles? Para cumplir su misión pastoral y evangelizadora, para garantizar el funcionamiento de los Seminarios, de los servicios administrativos y pastorales, para ayudar a las misiones, servir a los pobres, a los enfermos, a las personas que viven en soledad, a los jóvenes, niños, ancianos y familias; para conservar su patrimonio artístico y cultural y para construir nuevos templos. En definitiva, para seguir haciendo el bien.
La campaña del año pasado arrojó evidencias muy positivas por lo que se refiere a la implicación de los españoles con la Iglesia a través del IRPF. Los sevillanos no hemos sido menos en una tendencia que conviene destacar. Así, el número de declaraciones a favor de la Iglesia sumó casi quince mil más (14.989) durante la Campaña de la Renta 2020, ascendiendo a 344.311. Esto supone que el 42,15 % de los declarantes sevillanos han marcado la equis de la Iglesia, lo que supone un ligero incremento del 0,14 % con respecto a la campaña anterior.
Asimismo, el importe asignado también es mayor, llegando a los 11.502.069 euros, 613.710 más que en el ejercicio de 2019. Este dato resulta altamente significativo si tenemos en cuenta que la situación económica general no era la más propicia, y demuestra, una vez más, la generosidad de los sevillanos con la Iglesia diocesana.
Al mismo tiempo que doy nuevamente las gracias a quienes nos han querido favorecer, este año con mayor razón vuelvo a llamar a vuestra puerta y a pediros que colaboréis con la Iglesia para que siga haciendo el bien y ayudando a quienes tanto lo necesitan. Pido a los sacerdotes que comenten brevemente en la Eucaristía de alguno de los próximos domingos el contenido de esta carta semanal.
Con mi gratitud anticipada, para todos mi saludo fraterno y mi bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Administrador Apostólico de Sevilla