Reportaje: De seminarista a diácono: un sí rotundo a Dios
La ordenación diaconal no es “simplemente” un paso previo al sacerdocio, ni se trata de unas “prácticas” de cura. Sino que este estado tiene entidad propia e implica un cambio del estado laical al clerical, en el que los seminaristas afianzan su sí al Señor. Un momento que los acerca a su vocación más profunda: la de ser pastores de almas. Por eso, este sábado, 28 de septiembre, la Archidiócesis hispalense está de fiesta; porque ocho de sus seminaristas diocesanos serán ordenados diáconos en la Catedral de Sevilla, en una ceremonia presidida por el Arzobispo, monseñor Juan José Asenjo Pelegrina. Ellos son: Francisco Trigo (29 años), Javier de Lara (24), José Zhai (27), Juan Du (28), Luis María Jiménez (23), Pedro Elena (25), Rubén Pérez (24) y Francisco J. López (37).
Ante tal acontecimiento estos ochos jóvenes aseguran sentirse contentos, emocionados y “para nada nerviosos, al menos por ahora”, reconoce Francisco. Pedro añade que “si esto es del Señor, no tenemos nada que temer”.
No obstante, saben que a partir del sábado su vida experimentará un cambio importante: “A partir de la ordenación podremos administrar y presidir el sacramento del matrimonio y del bautismo, también bendecir objetos y personas… Esto, para alguien como nosotros que ha estado tanto tiempo formándose –en el caso de Rubén, Pedro, Francisco, Luis María y Juan es aún más, ya que también estuvieron en el Seminario Menor-, es muy gratificante, es un sueño”, confiesa Rubén. En esta línea, opina Francisco J, que añade que “dejaremos de ser estudiantes para impartir sacramentos. Un salto cuantitativo y cualitativo en nuestro proceso formativo y vocacional. Aunque sigamos teniendo un pie en el Seminario”.
Precisamente sobre su periodo en el Seminario Metropolitano habla Luis María, que mantiene que se trata de “un tiempo que te ayuda a crecer como persona, en el que Dios va obrando en ti y cambia tu corazón”. Por su parte, Javier destaca el clima ordenado de este centro formativo, la orientación que aporta, lo que hace que “todos vayamos a una” en cada misión encomendada.
Ser fieles
Entre los consejos más repetidos durante los días previos a su ordenación diaconal, estos seminaristas enumeran varios: “Nos han recordado la importancia de llevar una vida espiritual profunda, verdadera y consecuente –indica Francisco J-. Esto no consiste sólo en rezar, sino en que esta oración actúe en tu vida”. Igualmente, Pedro comenta que “el director espiritual te ayuda a sacar lo que tienes dentro, a descubrir quiénes somos realmente”, una tarea necesaria antes de ponerse al servicio del hermano. Asimismo, Javier y Luis María comparten la opinión de que “el trato cercano y el contacto continuo con los sacerdotes y otros seminaristas te ayuda a mantenerte fiel. Por eso, debemos trabajar y confiar en la amistad del clero, porque un cura solo puede llegar a perderse”.
Sus mayores apoyos
Juan, proveniente de China, lleva cuatro años en el Seminario hispalense y es el más callado del grupo. Tímidamente habla de su vocación, de cómo el testimonio de un obispo de su diócesis le marcó profundamente y de cómo su familia ha rezado intensamente para que pronto sea sacerdote. Aunque –manifiesta- le apena que no puedan acompañarle físicamente en su ordenación diaconal, “sé que lo harán desde la oración. Además, no estoy solo, cuento con el apoyo de mis compañeros de Seminario y muchos sacerdotes que me han acogido durante mis años en Sevilla, tanto en las pastorales como en la comunidad china”, ésta última creada hace poco de la mano del sacerdote Joaquín Castellón.
Francisco también se refiere a su familia que, “pese a que no son practicantes, viven este momento de manera muy especial y se están preparando para ello con gran alegría”. Por otro lado, la familia de Pedro está feliz de que llegue este día, sin embargo, “hay cierta incertidumbre por los destinos que nos otorgarán”. Un sentimiento que comparten la mayoría de sus allegados.
Confianza y servicio: pilares de la vocación
Pero estos ocho jóvenes no temen a nada ni dudan ante el camino que ahora se les presenta. Por el contrario, muestran su agradecimiento de forma especial al Arzobispo de Sevilla, monseñor Asenjo, “por su confianza en nosotros, y por su atención y mimo a la Pastoral Vocacional”, puntualiza Francisco. Precisamente Rubén aprovecha para valorar el servicio que ésta presta: “la Archidiócesis de Sevilla cuida mucho a sus seminaristas y la vocación al sacerdocio. No en vano, es prácticamente la única diócesis española cuya Pastoral Vocacional está integrada por el equipo formativo del Seminario y por los mismos seminaristas, que participan dando a conocer su testimonio”. “Este ejemplo ordinario –añade Francisco J.- estimula a otros jóvenes” a cuestionarse qué quiere Dios de ellos y favorece que “hablen con personas que han pasado por sus mismas dudas y procesos”.
Los futuros diáconos saben que Dios les acompaña y confían plenamente en su voluntad. Una actitud que reflejan en cada palabra, en cada gesto y en su deseo sincero de servir a los demás. Se les nota ilusionados, con ganas de “estar en las parroquias y rodearse de la gente”, en palabras de Luis María; de dar ese “pasito más” que comenta Pedro, para cumplir “las promesas y compromisos que te acercan al sacerdocio”. La Archidiócesis hispalense les acompaña en esta ilusión y pide a sus fieles que recen por estos jóvenes que un día serán los obreros de sus mies.