Sábado de la quinta semana
Bien sabéis que las circunstancias tristísimas que estamos viviendo nos han obligado a suprimir las estaciones de penitencia, tan queridas por nuestro pueblo. Pero esto no significa que se haya suprimido la Semana Santa, que hemos de vivir este año desde nuestras casas, en familia, como iglesia doméstica, con especial intensidad, uniéndonos a las celebraciones del Triduo Pascual del Papa o de nuestra catedral. Vamos a vivir el misterio del amor inefable de Jesús, que muere por nosotros. Vivámoslo con hondura, en actitud contemplativa. Hagamos un sentido acto de contrición por nuestros pecados, con la intención de confesar cuando nos sea posible. No olvidemos las comuniones espirituales llenas de fervor.
Que, en estos días, busquemos espacios amplios para la oración y el silencio, para agradecer al Señor su inmolación por nosotros y la institución de la Eucaristía. Visitemos mentalmente con piedad y unción al Señor en los Monumentos de nuestras parroquias y conventos. Adoremos con piedad y unción la santa Cruz de Jesucristo en el Viernes Santo. Agradezcámosle el regalo de su Madre al pie de la cruz. Acompañémosla en su soledad el Sábado Santo y vivamos con mucha alegría, a pesar de las circunstancias la Pascua florida. Es seguro que las televisiones nos van a brindar hermosas estaciones de penitencia retrospectivas. Os invito a contemplarlas con emoción a flor de piel y también con muchísimo amor.
Vamos a vivir en circunstancias especiales la Pascua, el paso del Señor de este mundo al Padre, que es al mismo tiempo el paso del Señor junto a nosotros, a la vera de nuestra vida, para transformarla, infundirle su hálito, recrearla, humanizarla y convertirla. El Señor está llamando ya a nuestra puerta. Abrámosle ya de par en par la cancela de nuestro corazón.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
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