Sábado de la sexta semana de Pascua
No podía dejar de aludir en esta sencilla trilogía sobre los medios de comunicación, a las redes sociales digitales, ágora y plaza pública en la que las personas comparten ideas, informaciones y opiniones, y donde nacen nuevas relaciones y formas de comunidad. Las redes sociales son lugar de encuentro en las que se comparte información y hacemos partícipes a los demás de nuestros estados de ánimo, nuestras opiniones y sentimientos. Con frecuencia son un nexo de unión entre familias y amigos. Si se utilizan correctamente, pueden servir para fortalecer la comunión en la gran familia humana.
Mi preocupación surge cuando veo que estos utilísimos instrumentos, que pueden ser muy valiosos en el campo de la evangelización, se convierten en un medio que favorece la confrontación y, amparándose en el anonimato, se utilizan para insultar, mentir, calumniar y favorecer el odio. A veces se emiten juicios injustos y malévolos amparándose en el anonimato. A menudo, por este medio, se denigra a los políticos, a los emigrantes, a los musulmanes, etc., simplemente porque no son como nosotros. La conexión digital no puede hacernos olvidar que somos cristianos y como tales tenemos que comportarnos siempre, también en las redes sociales.
Invito a los cristianos que usan las redes, a poner un cuidado especial en lo que decimos y cómo lo decimos, sobre todo cuando se trata de redes cristianas o de titularidad eclesial. Entonces hemos de preguntarnos si lo que escribimos sirve para la edificación de la Iglesia o si por el contrario puede llevar a la confusión o al escándalo. Hemos de conducirnos siempre con sabiduría, prudencia, buen sentido, amor a la verdad y respeto por los demás, aunque creamos que están equivocados.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
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