Archidiócesis de Sevilla

El 4 de enero de 2018, Salesianos de la Santísima Trinidad, una de las instituciones educativas más reconocidas de Sevilla, cumplió 125 años. Y estos días ha vuelto a ser noticia tras la concesión de la medalla de la ciudad de Sevilla, cuya entrega se hará el 30 de mayo, coincidiendo con la festividad de San Fernando.

El siglo XIX tocaba a su fin y con él, los últimos momentos de San Juan Bosco. Siete años antes de la muerte del patrón de la Formación Profesional, de los jóvenes o del cine -entre otros-, pedía a sus hermanos salesianos que fundaran presencias en España. Y con poco más que una leve maleta, una medalla de María Auxiliadora y las ganas de dar educación a miles de niños necesitados de cariño y valores, emprendieron su camino desde Turín a Utrera, donde en 1881 Francisco Atzeni y el joven clérigo, a la postre cuarto sucesor de Don Bosco, Pedro Ricaldone, entre otros, erigieron la primera casa salesiana de España, la Casa Madre.

Apenas once años después, en 1892, deciden abrir las puertas de la primera casa salesiana de la capital hispalense, en el antiguo convento de los Trinitarios Calzados. Era el 24 de julio de 1892, bajo un calor asfixiante y en una zona donde los muchachos campaban a sus anchas organizados en bandas que sembraban el terror entre propios y extraños. 125 años después, los Salesianos de la Santísima Trinidad viven una gran efeméride, la que celebra la primera vez que los seguidores de Don Bosco abrieron sus puertas a la ciudad de Sevilla. Nace entonces el Oratorio Festivo de la Trinidad, con la presencia de Matías Buil y los jóvenes salesianos Juan Domínguez y Pedro Ricaldone.

Los primeros jóvenes

Pedro Ricaldone, visto en la época como la fiel imagen de Don Bosco en Sevilla, dejó por escrito que al principio, «sólo uno de aquellos jóvenes alborotadores y vivarachos mozuelos, se vino tras mi llamada», pero al cabo de la media hora de abrir las puertas por primera vez y gracias a las medallitas brillantes de María Auxiliadora, hizo tornar la desconfianza y el miedo en alegría, juegos y educación. En media hora ya eran 37 y al finalizar el año, más de un centenar.

Posteriormente, la primera imprenta de los talleres de los Salesianos de la Santísima Trinidad publicará la historia de las Santas Justa y Rufina, pues bajo la actual basílica se encuentran las Sagradas Cárceles donde estuvieron encerradas. Aquella historia comienza a forjar también la devoción a una talla muy venerada en la ciudad, la de María Auxiliadora.

Luis Cornello, sacerdote salesiano con más de 35 años de vivencias en Sevilla, destaca que la Casa de la Trinidad «siempre le ha abierto las puertas a todo el mundo, sobre todo a los más desfavorecidos», cambiando «la realidad social de un barrio obrero que siempre ha arropado a la institución sin cortapisas».

“Ser signos del amor de Dios a los jóvenes”

 Y a las puertas de su 125 aniversario como inicio del oratorio en 1892 y posterior fundación escolar de la Casa de la Santísima Trinidad en 1893, el centro concertado goza de una salud envidiable. Francisco Ruiz, director de la Casa, destaca la “tarea coral” que ha hecho posible este 125 aniversario: “han sido miles las personas que han colaborado con los hijos de Don Bosco para hacer posible esta realidad, que no es otra cosa que la consecución del objetivo fundamental que los salesianos pretenden, ser signos del amor de Dios a los jóvenes, particularmente a los que más lo necesitan”. “Este objetivo, siendo fiel a Él, nos ha mantenido siempre disponibles, siempre afables, siempre abiertos a todos los que han querido también vivir el carisma salesiano”, añade.

Pero los salesianos no se quedan en la contemplación de lo mucho y bueno que ha pasado en los últimos 125 años. Esta efeméride plantea necesariamente una serie de retos que Ruiz resume en la necesidad de “mantenernos fieles a nuestro carisma”. Este es el “gran tesoro” que los salesianos de la Trinidad pueden seguir aportando a los jóvenes y a la sociedad sevillana. Una sociedad que, en palabras de Francisco Ruiz, “pide a los salesianos que seamos auténticos”.

Ezequiel García, SDB