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Santa Catalina de Alejandría, de Murillo

Celebramos el 25 de noviembre la fiesta de Santa Catalina de Alejandría, de especial relevancia este año en nuestra Archidiócesis por la reapertura de su Parroquia en la mañana del domingo.

Así, continuando con el ciclo dedicado a Murillo, presentamos hoy una pintura que realiza para esta iglesia sevillana y que representa precisamente a la santa alejandrina. Fechada en el periodo entre 1645 y 1650, fue robada de la Parroquia por el mariscal Soult, quien la conservaba en su domicilio particular donde pudo ser admirada por el famoso pintor Eugène Delacroix, quien hará una copia conservada hoy en el Museo de Bèziers. Tras varias vicisitudes, la obra de Murillo se encuentra hoy en la Fundación Focus que tiene su sede en el Hospital de los Venerables de Sevilla.

Es una obra que se enmarca en el ambiente del primer naturalismo que imperaba en nuestra ciudad, según algunos autores influenciada por la obra sevillana del joven Velázquez.

El cuadro nos muestra a Santa Catalina de Alejandría de medio cuerpo, con la mirada dirigida directamente al espectador. Con su mano derecha sostiene la espada con que fue decapitada, mientras que con la izquierda muestra la palma que nos recuerda su condición de mártir. Viste túnica roja y manto de color dorado de gran belleza.

Destaca el contraste entre la oscuridad del fondo y la iluminación intensa del rostro, que aporta dramatismo a la obra.

Esta Santa Catalina es uno de los mejores exponentes del llamado “retrato a lo divino”, esto es, que para representar a la santa, Murillo nos la muestra con los rasgos de una modelo real, en este caso una mujer apodada “la Tarca” que el pintor ya había retratado en otras ocasiones como la Virgen u otras santas. Al representar a una santa con los rasgos de una persona real, Murillo consigue dar gran sensación de realismo a la imagen devocional, favoreciendo la relación y la respuesta del espectador que logra reconocer en la santa su apariencia de verdad. De esta manera, este realismo con que se nos muestra la santa, nos la convierte en un modelo de vida cristiana al alcance de todos, mostrándonos así que la santidad no es algo inalcanzable, como el Papa Francisco nos ha vuelto a recordar recientemente en la Gaudete et Exsultate.

Al introducir en la obra religiosa un intenso sentido naturalista, Murillo intenta reducir la distancia entre lo humano y lo divino, y la manera para conseguirlo es pintar la santidad como seres humanos de gran belleza. Desde la observación de la vida cotidiana Murillo reduce la distancia entre lo terrenal y lo celestial, ofreciendo una nueva esperanza a los fieles a través de su pintura, ya que el pueblo se ve reflejado en sus cuadros y a través de las imágenes, podía entender y experimentar la cercanía y la protección de Dios.

Antonio Rodríguez Babío

Delegado diocesano de Patrimonio Cultural

 

 

 

 

 

 

 


1 comentario

  1. Isabel Yuste Márquez 17:41, Nov 27, 2018

    Es muy bonito

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