Teresa de Jesús, la gran comunicadora

Teresa de Jesús, la gran comunicadora

Una mujer inabarcable, actual, un modelo de oración… Con santa Teresa de Jesús se agotan los recursos, los calificativos, y este Año Jubilar ha sido una ocasión para recuperar la esencia de una mujer de Iglesia, una santa que sigue siendo un referente perfectamente válido para el hombre y la mujer de hoy. Juan Dobado Fernández, OCD, es el comisario nacional de las exposiciones del V Centenario de Santa Teresa -Edades del Hombre, Biblioteca Nacional de España, etc- y desde su comunidad conventual de la Iglesia del Santo Ángel de Sevilla, ha sido un testigo privilegiado del ‘regreso’ de la santa abulense a una Sevilla probablemente menos caótica que la que recibió a Teresa de Ávila en el siglo XVI.

 

¿Cuándo podemos datar el inicio de la presencia carmelita en  Sevilla?

Estamos desde el comienzo, en 1575. Sevilla es una de las 15 fundaciones que Teresa realizó personalmente.  Y se da la particularidad de que, mientras en los demás lugares fundan las monjas y luego llegan los frailes por ser mujer la fundadora, aquí  fundaron primero ellos, un año antes, en el convento de Ntra. Señora de los Remedios en Triana. El padre Gracián, conventual en la ciudad, le pidió que fuera a fundar a Sevilla… y al principio ella se resistió.

¿Por qué esa resistencia?

Siempre consideró que la obra que estaba emprendiendo era sólo para Castilla. Va a Beas, con todos los permisos, pensando que era territorio religioso dependiente de Toledo. Y cuando funda en Sevilla sabía bien qué era Andalucía. Acostumbrada a fundar en lugares pequeños,   se encuentra con una metrópolis desproporcionada de población. Tuvo que ser una experiencia tremenda ver tantos comerciantes, el puerto, los pilluelos que había por todos los sitios. Estaba desbordada por una ciudad tan grande y tanta gente variopinta: comerciantes italianos, gente buscando dinero… Además de las dificultades de la fundación, que fueron  muchas. Piense en la casa llena de humedad, la negativa al principio del arzobispo, el clima, tener que declarar en la Inquisición, etc.

Afortunadamente, al final superó los obstáculos.

Sí, porque Sevilla también le dio grandes alegrías. Por ejemplo, tener a María de San José, la priora que se iba a quedar en Sevilla, encontrarse a su hermano Lorenzo a quien no veía desde que se fue a América y conocer a su sobrina Teresita. Estuvo un año viviendo aquí, y las carmelitas de Sevilla son las que tienen más reliquias personales de Santa Teresa: el retrato de fray Juan de la Miseria, la capa, el libro de las moradas, cartas o las alpargatas. En el libro de las Fundaciones dedica a Sevilla cuatro capítulos, prueba de la predilección que ella va a sentir por esta fundación.

A bote pronto, ¿cómo calificaría este V Centenario?

Hemos tenido una agenda muy interesante. Sin embargo tenemos muy claro que no ha sido “un año de actos”. Queríamos que fuera un año de oración, que la gente leyera  a Teresa y se formara con las distintas jornadas que hemos preparado. Y creo que lo podemos dar gracias a Dios por el resultado.

¿Qué ha representado para la Iglesia en Sevilla este Centenario?

Conocerla no sólo como figura cultural. Queríamos que la reconocieran como una mujer santa que está tocada por una experiencia interior de Cristo, en toda su hondura espiritual, frente a los tópicos de que pasó por aquí como de puntillas y asustada. Ella fue descubierta por Sevilla, desde el barroco, como una santa que tenía mucho que aportar, y hoy también.

¿Cómo participa Sevilla del carisma teresiano?

La obra de Teresa no es una obra del pasado, está viva. Cualquier acercamiento a la familia del Carmelo participa de su espiritualidad. Quien se ha acercado a confesar al Santo Ángel se ha llevado una palabra de Santa Teresa, porque los consejos que le damos son que la lean y que hagan más oración.

Se ha hablado de una faceta de la santa como comunicadora de la experiencia de Dios.

Sin tener los medios de comunicación de los que hoy disponemos, ella fue una comunicadora extraordinaria a través de su propio ser natural, que era muy comunicativo. Sólo con estar en una reunión ocupaba el centro y acaparaba con su carácter, y cuando empezó a diseñar el Carmelo, estando en la Encarnación, un gran número de las religiosas se le unió. Llegaba a los que se acercaban al locutorio o quien recibía una carta de ella. Sus libros están hechos para ser leídos por la gente. No son un diario personal, ella escribe para alentar a los demás a través de sus experiencias.

¿Qué le dice santa Teresa al hombre de hoy?

El hombre de hoy se parece mucho al del siglo XVI. Había crisis política y religiosa, estaba en crítica todo lo eclesial, la jerarquía… Y Teresa le diría al cristiano de hoy lo mismo que ella se dijo. En vez de quejarse tanto por lo mal que iba todo ¿qué podía hacer?: “determiné hacer eso poquito que está en mi, que es vivir los consejos evangélicos con la mayor perfección que pudiese”.  Empezó cambiándose a sí misma, cambió su vida de comunidad, cambió su convento, cambió su orden, cambió a la gente que se acercó a ella.

Hemos tenido este año una interesante exposición en el Círculo Mercantil, pero ya nos ha adelantado que contamos en Sevilla con material artístico que refleja la vida y misión de Teresa de Jesús.

Sí, hay suficiente. Sevilla es una ciudad muy rica en iconografía teresiana. En la Catedral encontramos un cuadro de Zurbarán y en el Museo de Bellas Artes el que pintó Ribera. Innumerables firmas y grandes escultores han tratado la figura de Santa Teresa, y reconocemos a la escritora representada por la pluma y el libro. También se la representa con un ángel que lleva en la mano un dardo y se lo está clavando en el corazón, así describiría ella una experiencia interior de oración. O cuando Teresa huye de pequeña con su hermano Rodrigo a morir mártires para ser santos…  Toda una catequesis.

 Tan dada Sevilla a erigir monumentos, estatuas… ¿Hay alguno dedicado a santa Teresa?

No, pero debería. Es la única ciudad donde fundó la santa que no tiene monumento a ella. De los grandes fundadores de órdenes religiosas, como san Francisco, santo Domingo o san Ignacio, sólo santa Teresa estuvo en Sevilla. Lo tiene san Juan Pablo II porque vino a Sevilla, y sería justo que también lo tuviera ella, doctora de la Iglesia universal.

¿Qué obra de la Santa recomendaría a quien quisiera empezar a leerla?

Para empezar a leer a Teresa es recomendable hacerlo con el libro de la Vida, con una introducción previa que le facilite el acercarse al libro. Es interesante familiarizarse con la gracia del lenguaje, y por ejemplo, cuando ella dice “me he divertido mucho” quiere decir “me he entretenido mucho”,  “me he distraído con otra cosa”. En internet hay introducciones, claves de lectura y ambientaciones de la época.

 


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