Tiempo de Navidad, entre Nochebuena y Epifanía
Vivimos el tiempo de la Navidad. El Adviento nos anunció la llegada del Mensaje y nos exhortaba a una preparación para tal milagro. Llegó el tiempo de Navidad. En Nochebuena conmemoramos llegada del Hijo de Dios Vivo, Jesús nace en Belén. En nuestros belenes familiares, elaborados con cariño de familia, tenemos en cada casa la presencia de Jesús nacido. Las calles se alegran con luces, benditas luces de alegría. Las personas, las familias se lanzan a la calle. Es cierto que hay consumismo inducido, que contribuye al cambio climático, pero también paz y alegría, y buenos deseos.
Es un tiempo muy grato. Hay quienes critican las luces de navidad en el centro de las ciudades y sus barrios, yo las bendigo. Alegría para las personas, un momento de paz y recogimiento, vida con amigos y familias, muy buenos deseos. Compensan las luces, benditas sean. Decid a vuestros hijos y a las personas que os visitan en casa en Navidad que lo importante del belén familiar es Jesús, ese Niño nacido entre harapos y paja, en un portal, rodeado del amor de sus padres, María y José, calentado por unos animales, una indicador del vínculo entre los animales y las personas, el vínculo Humano-Animal, que algunas asociaciones defienden. Un Niño visitado por pastores y, finalmente por Magos, es la Epifanía, la manifestación. Un milagro.
La revista Iglesia en Sevilla, que recogemos cada domingo en nuestras parroquias, en su portada de esta semana dice: Belén, Ternura de Dios. Es un bonito titular que nos introduce en la cálida y profunda Carta del Arzobispo, Feliz y Santa Navidad. Nos recuerda Don Juan José Asenjo Pelegrina la cuestión planteada por Benedicto XVI en la Navidad de 2006. Se preguntaba el actual Papa Emérito si el hombre del siglo XXI espera todavía un salvador. Y responde a esa cuestión nuestro Arzobispo nosotros los cristianos tenemos la obligación de difundir, con la palabra y con la vida, la verdad de la Navidad, y la salvación auténtica que Cristo nos trae. Al nacer en la pobreza del pesebre, Jesús viene para ofrecer a todos la única alegría y la única paz que pueden colmar las ansias de felicidad del corazón humano.
El Arzobispo de Sevilla nos pide que estrechemos al Niño Jesús, y lo que significa, entre nuestros brazos y que este hecho impregne nuestro corazón durante todo el año y en el resto de nuestra vida. Vivamos en paz con nosotros, con nuestras familias y en la comunidad que vivimos. A veces la matriz ambiental social con el paradigma social de egoísmo, consumo y desmesura, y alejamiento de los necesitados, que vivimos no lo facilita, luchemos por transformar la realidad, con nosotros mismos y junto a todos. El Evangelio nos muestra el camino, y ha nacido en Navidad. Vivamos con ello y para ello, en cada familia, cada tajo, cada lugar, a pesar de los que no quieren saber nada de ello y solo piensan en el crecimiento desmedido a costa de la pobreza y el sufrimiento universal. La Navidad es tiempo de alegría y propósitos. Vivamos esta realidad y seamos felices, y estemos en paz, una paz profunda. Esta sociedad puede cambiar y el tiempo de Navidad es un buen comienzo para ello.
El Papa Francisco nos pide que vivamos en línea con el buen Evangelio de Jesús, es un magnífico propósito para el año que empieza, un 2020 de esperanza. Dice Don Juan José Asenjo en su mensaje de Navidad que decoremos, aparte del exorno de nuestra casas, más bien en nuestro espíritu una digna morada en la que Jesús se sienta acogido con fe y amor. Un buen comienzo para el año y algo que debemos alcanzar en este tiempo de Navidad , entre Nochebuena y Epifanía. El mundo o necesita, cada uno de nosotros lo necesitaos.
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