Un espacio para la historia, el arte y la fe
El Arzobispo de Sevilla inauguraba hace apenas un mes el nuevo taller de restauración del Palacio Arzobispal. Se trata de un anhelo que monseñor Juan José Asenjo tenía desde sus primeros destinos pastorales y que, tras más de una década de servicio en Sevilla, ha logrado llevar adelante.
Pero este taller no se erige solo como una apuesta firme por el patrimonio histórico, artístico y cultural de la Archidiócesis hispalense, sino que también favorecerá la formación y empleabilidad de los jóvenes restauradores.
Via Pulchritudinis
La creación de este nuevo taller diocesano de restauración es, sobre todo, una oportunidad para que la Archidiócesis pueda seguir cumpliendo su misión evangelizadora y catequética apoyándose en su ingente patrimonio, que es hoy el mejor testimonio de la fe del pueblo sevillano.
El esfuerzo llevado a cabo por la Archidiócesis para sacar adelante este proyecto tiene detrás el interés y la implicación personal del propio Arzobispo de Sevilla, en cuyo currículum destaca su trabajo y dedicación en pro del patrimonio de la Iglesia en España, su especial sensibilidad artística y sus notables conocimientos en la materia. No hay que olvidar que monseñor Asenjo ha sido presidente de la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural.
Al respecto, el Arzobispo declaraba que había que agradecer a Dios que “haya inspirado este proyecto; haya guiado la mano del arquitecto y tutelado todos los oficios para llevarlo a cabo”. Además, señaló que las obras de arte tienen una doble finalidad: por un lado, “dar gloria a Dios” y por otro, “servir como catequesis plástica”. De hecho, “son muchas las conversiones que se han dado a lo largo de la historia ante la presencia de la belleza artística, como reflejo de la belleza inaccesible de Dios”. Por este motivo, el Arzobispo insta a “reconocer y valorar las potencialidades evangelizadoras del arte, para que sirva de lazarillo que lleve a las personas a Dios”.
Actuaciones
El nuevo taller se ubica en el antiguo departamento de Reprografía, en la planta baja del Palacio Arzobispal. Este espacio cumple una triple función: la documentación y estudio de obras de arte; la intervención de las mismas y la docencia. Además, cuenta con un almacén de obras de arte cuyo sistema está configurado por un conjunto de peines deslizantes soportados por una estructura metálica.
Las actuaciones incluyeron el incremento de la altura de la puerta de acceso añadiendo en su zona superior una ventana abatible con la finalidad de posibilitar la entrada al recinto de obras de grandes dimensiones, así como el refuerzo y consolidación estructural en el Salón del trono, la Antecapilla del Nuncio, la Capilla del Nuncio, el Comedor de gala y la Galería de los Arzobispos, donde se han reforzado los forjados inferiores de madera.
Esta obra, dirigida por el arquitecto Antonio Campos, se prolongó durante poco más de cuatro meses y forma parte de un Plan Director de todo el edificio que se viene desarrollando desde hace varios años y del cual se ha concluido un 40 %.