V Domingo de Cuaresma (Ciclo A)
Yo soy la resurrección y la vida
En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro le mandaron recado a Jesús diciendo: «Señor, el que tú amas está enfermo». Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no es para la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella». Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo se quedó todavía dos días donde estaba. Solo entonces dijo a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea».
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá». Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección en el último día». Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?». Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».
Juan 11, 3-7. 17. 20-27. 33- 45
Comentario de Antonio J. Guerra
Ez 37,12-14; Sal 129; Rom 8,8-11; Jn 11,1-45
En la liturgia de este domingo se habla de resurrección en un crescendo que va desde el texto del profeta Ezequiel a la victoria definitiva de Cristo sobre la muerte.
La apertura de las tumbas, que señala Ezequiel, hace referencia a la vuelta de los desterrados del exilio de Babilonia. Dios hará que su pueblo desalentado, que se siente como muerto en tierra extranjera, experimente el poder vivificador de su palabra: “Yo el Señor, lo digo y lo hago”.
El evangelio nos muestra que Jesús es capaz de comunicar una vida nueva, de vencer la muerte. Él mismo se define como “la resurrección y la vida”. Señalemos algunos detalles.
La docilidad de Jesús hacia Dios, pues no acude inmediatamente a la llamada de sus amigos. Comprende que Dios busca una victoria decisiva. Jesús se expone a la muerte para poder vencer la muerte de su amigo, y así comunicarnos la victoria definitiva sobre la muerte.
Otro detalle es la actitud de fe por parte de Marta. Reconoce en Jesús un poder para curar, e incluso va más allá: “sé que todo lo que pidas, Dios te lo concederá”; ella cree que el Padre escuchará a Jesús. Quien cree en Él recibe, mediante la fe, esta vida nueva, que continúa también después de la muerte: vivir en comunión con Dios después de haber muerto.
Las lágrimas de Jesús ante la tumba, ¿por qué llora si sabía que iba a devolverle la vida? Tienen así un valor simbólico, pues se trata de las lágrimas por todas las miserias humanas, cuyo culmen es la muerte corporal.
La finalidad del milagro es suscitar la fe en Jesús, que es resurrección y vida. Unidos a Cristo no debemos temer a la muerte, porque ésta ya no tiene ningún poder decisivo sobre nosotros.