V Domingo de Pascua (ciclo C)
Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros
Cuando salió Judas del cenáculo dijo Jesús:
«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros.
Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros».
Juan 13, 31‑33a. 34‑35
Comentario bíblico de Miguel Ángel Garzón
Hch 14,21-27; Sal 144; Ap 21,1-5; Jn 13,31-35
Las lecturas presentan la fuerza y el avance de la evangelización, de principio a fin, en medio de pruebas y dificultades. El evangelio nos devuelve a la noche de la última cena. Allí se aúnan, la gloria y la traición. Judas se va para traicionar a Jesús, pero Jesús califica su partida como la hora de la manifestación de su gloria y la del Padre. Su entrega de amor los va a glorificar. Por eso, deja como último testamento el mandato nuevo del amor, que sella la Nueva Alianza. Este amor cristiforme se convierte en la señal que identifica a los cristianos. Aquí nace la misión de la Iglesia: amar al estilo de Jesús para renovar el mundo.
Esta misión la realizó la iglesia apostólica, no sin dificultades. Así lo leemos en el relato de los Hechos, que continúa narrando la misión itinerante de Pablo y Bernabé. En cada lugar predican, nombran responsables, oran y exhortan a que perseveren en medio de las tribulaciones hasta llegar al Reino. Después, llevan a la comunidad que los había enviado con la fuerza de Dios los frutos que el evangelio ha ido haciendo por medio de ellos: Dios ha abierto a los gentiles la puerta de la fe.
El Apocalipsis revela la consumación final de la historia, y de la evangelización, con la visión de los cielos nuevos y la tierra nueva. El primer mundo ha pasado y Dios crea el universo nuevo. El mal habrá sido aniquilado para siempre. El mar, símbolo de las fuerzas caóticas primordiales, ya no existe, y no habrá muerte ni dolor. La nueva Jerusalén, presentada y desposada con Cristo Cordero, se convierte en la morada de Dios con los hombres. Se habrá sellado la Nueva Alianza para siempre, pues el Amor habrá hecho nuevas todas las cosas.
- ¿Cómo vives el mandamiento nuevo del amor? ¿Experimentas la fuerza del amor para renovar situaciones?
- ¿En qué comunidad vives tu fe y tu misión? ¿Te ayuda a perseverar en las dificultades?
- ¿Esperas los cielos nuevos y la tierra nueva? ¿Cómo se refleja en tu vida la esperanza cristiana?