Viernes de la IX semana del Tiempo Ordinario
En la primera lectura de este viernes de la IX semana del tiempo ordinario, san Pablo exhorta a su discípulo Timoteo a conocer bien la Sagrada Escritura, que alimenta la fe y lleva a la salvación. Le da esta razón: “Toda Escritura inspirada por Dios es también útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud: así el hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena”.
Quien lee o estudia el Evangelio con una curiosidad puramente intelectual no se enriquece con los frutos espirituales que en él se encierran. La lectura de la Palabra de Dios debe hacerse en un clima de piedad y de oración, desde una actitud de conversión, de humildad y de pobreza, dispuestos a confrontar el mensaje luminoso de Jesús con nuestra propia vida, con sus deficiencias, miserias y cobardías, dispuestos a dejar que el testimonio y la luz de Jesús penetren en aquellos espacios de nuestro corazón que no le pertenecen, que no han sido salvados por su gracia, porque están llenos de apegos, ataduras y sentimientos contrarios al Evangelio. «La Palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que espada de doble filo» nos dice el autor de la carta a los Hebreos (4,12). Ella «puede edificar y dar la herencia a todos los que han sido santificados», nos dice san Pablo en el libro de los Hechos (20,32).
Pero su eficacia está condicionada a que nos dejemos modelar y transformar por ella. Sólo desde la actitud de conversión, la lectura diaria del Evangelio os ayudará a encontrar el auténtico eje de vuestra vida que es el Señor, nuestro único centro y fuente de plenitud humana y de gozo espiritual.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
1 comentario
Magnífico cómo enseña nuestro Arzobispo.
Gracias. Me ha iluminado.