Vigilia de Espigas, la gran fiesta eucarística de la Archidiócesis de Sevilla
Las secciones de la Adoración Nocturna Española (ANE) y la Adoración Nocturna Femenina Española (ANFE) han celebrado un año más la Vigilia de Espigas, una noche en la que los adoradores se reúnen para estar en oración ante Jesús Sacramentado.
Se trata de la “gran fiesta eucarística anual de la Archidiócesis de Sevilla”, explican fuentes de la ANE, “porque su carácter supralocal hace que puedan participar en la misma todas las asociaciones, hermandades y cofradías sacramentales, además de las secciones adoradoras”.
En esta ocasión, se celebró en Sevilla capital, en la iglesia de San Hermenegildo, “rey y mártir de la Eucaristía, sede canónica de los Consejos Diocesanos de ANE y ANFE”. En la vigilia participaron 18 secciones que iniciaron la Procesión de Banderas hacia las diez de la noche del pasado 29 de junio. “Durante el recorrido -apuntan-, que resultó muy vistoso, con todas las banderas de las secciones ordenadas por la antigüedad de fundación, acompañadas por los numerosos adoradores y adoradoras asistentes, y presidida por Florentino Córcoles, consiliario diocesano de ANE y ANFE, se fueron entonando cánticos, que llamaban la atención de los muchos viandantes que, respetuosamente, presenciaron el cortejo”.
Posteriormente, el vicario episcopal de Pastoral Social, Salvador Diánez, presidió la celebración, acompañado por otros tres sacerdotes. En su homilía, Diánez relacionó el relato evangélico con la Adoración Nocturna “en una bella y acertada simbiosis”.
Una vez concluida la Misa, se procedió al rezo del Santo Rosario que dio paso a la segunda parte de la Vigilia em la que, durante toda la noche, hasta las seis de la mañana, se turnaron los adoradores de las distintas secciones para acompañar al Señor Sacramentado.
Finalizados los turnos de vela, los asistentes se reunieron de nuevo en el templo para rezar el himno Te Deum, y comenzar el rezo comunitario de Laudes, que estuvo presidido por el sacerdote Rubén Pérez. Seguidamente se organizó la Procesión Eucarística que recorrió la plaza que antecede al templo, para finalizar en la Puerta de Córdoba donde se había instalado un altar con la imagen de san Hermenegildo. La Vigilia concluyó al alba cuando el sacerdote impartió la tradicional bendición “a los campos, la ciudad, los trabajos de la humanidad y a los participantes”.