Virgen de la Esperanza, Iglesia de San Agustín, Osuna.
La invocación “Madre de la Esperanza”, de gran arraigo en nuestra Archidiócesis, nos recuerda que “María es la imagen más expresiva de la esperanza cristiana, porque toda su vida es un conjunto de actitudes de esperanza, comenzando por el “sí” en el momento de la anunciación”, como nos dice el Papa Francisco. Así la vemos en esta imagen de Osuna.
La fundación del Convento agustino de Nuestra Señora de la Esperanza tuvo lugar en el año 1548 a iniciativa de don Juan Téllez Girón, IV conde de Ureña, en el Cerro de Santa Mónica, si bien a finales de siglo se trasladará al emplazamiento actual, comenzando la construcción de la iglesia. El retablo mayor, obra de Jerónimo Balbás de 1712, está presidido por la titular del Convento, la Virgen de la Esperanza, que ocupa el interesante camarín revestido de azulejos del siglo XVIII. La imagen de la Virgen es obra del escultor Juan de Remesal, fechada en 1635.
De este escultor zamorano no conocemos demasiadas noticias. Según algunos, pudo ser discípulo de Montañés y tuvo alguna relación con Mesa. Sí sabemos que se trasladó a Sevilla pocos años después de 1615, teniendo vinculación con el escultor Francisco de Ocampo y con el pintor Pablo Legot. De hecho, con el primero contrató en 1628 las esculturas para el retablo mayor del Convento de Santa Inés de Sevilla, concretamente las de San Juan Evangelista, San Juan Bautista, San Antonio de Padua y San Francisco, mientras que, con el segundo trabajó en el retablo mayor de la Parroquia de la Asunción de Aracena, destruido en 1936. Obra suya es también el San Pedro de la Parroquia de Asunción de Aroche, de 1634. Falleció en 1637, siendo enterrado en la Iglesia de San Martín de nuestra ciudad.
La Virgen de la Esperanza es una hermosa imagen en madera policromada que muestra a María de pie sobre una nube con tres cabezas de ángeles. Con su mano derecha hace un gesto señalando que nuestra única y verdadera esperanza es este Niño que Ella sostiene en su mano izquierda, el cual aparece con la habitual iconografía: bendiciendo con la mano derecha y sosteniendo el orbe con la izquierda. La divinidad del Niño Jesús se subraya con las tres potencias de plata que luce en su cabeza. La Virgen lleva en su cabeza un velo y viste túnica roja sobre la cual porta un manto verde que, pasando por debajo del brazo derecho, recoge con su brazo izquierdo, cubriendo así el vientre de María, lo cual se interpreta como signo de su virginidad. El manto le confiere movimiento por el vuelo que presenta en la parte inferior derecha, así como por los recogidos en la parte superior, y que rompen la verticalidad del conjunto. Completa su iconografía con la ráfaga de madera dorada, que la presenta como la mujer vestida de sol del capítulo 12 del Apocalipsis.
Antonio Rodríguez Babío, delegado diocesano de Patrimonio Cultural
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