XVI Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo C)
Marta lo recibió en su casa. María ha escogido la parte mejor
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».
Lucas 10, 38-42
Comentario bíblico de Álvaro Pereira
La liturgia asocia hoy el relato de Jesús en casa de Marta y María (Lucas 10) y el anuncio del nacimiento de Isaac a Abrahán y Sara (Génesis 18) porque en los dos textos se cuenta una actitud hospitalaria ofrecida a mensajeros divinos: los tres hombres enviados por Dios, en la primera lectura, y Jesús, en el evangelio. En la lectura de Génesis, Abrahán se deshace en atenciones con los tres personajes innominados. Su actitud es sabia y tendrá por recompensa el anuncio del nacimiento del hijo de la promesa, Isaac, que significa “Dios ríe”.
En el evangelio, Marta también acoge a Jesús en su casa. Para el lector moderno, el Maestro quizás pueda resultar algo ingrato ya que parece corregir a aquella que lo acoge, mientras que promociona a la hermana pasiva. Sin embargo, el texto debe ser leído desde otra óptica: Jesús no castiga a Marta. Él simplemente le propone que cambie su jerarquía de valores. Incluso las leyes santas de la hospitalidad y del servicio son secundarias en comparación con la escucha de la Palabra del Señor, la “única cosa necesaria”.
El relato de Marta y María forma además la segunda parte de un díptico que acompaña a la parábola del buen samaritano (Lc 10,30-37) y que ilustra el diálogo de Jesús con el letrado sobre el mandamiento del amor, como vía de acceso a la vida eterna (Lc 10,25-29). Si la parábola del buen samaritano ejemplificaba de qué manera se debía entender el amor al prójimo, la opción de María por escuchar la palabra de Jesús es un óptimo modelo para ilustrar en qué consiste amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas.
En fin, el evangelio de hoy no critica la hospitalidad de Marta. Jesús intenta más bien aliviarla, no tanto de su servicio, cuanto de su agobio y de su impresión de soledad. El que escucha a Jesús se reconoce acompañado, miembro gozoso de una comunidad de hermanos y hermanas.
- ¿Eres acogedor y hospitalario como Abrahán y Sara?
- ¿Te agobias como Marta? ¿Le cuentas a Jesús tus agobios?
- ¿Dejas espacio para escuchar la Palabra del Señor, como María?