Yo también soy cristiano
Desde hace mucho, pero sobre todo en los últimos tiempos, somos conscientes de que vivimos en una sociedad indiferente, ciega y muda ante las persecuciones de las que hoy mismo son víctimas cientos de miles de cristianos. La falta de libertad religiosa, fundamento de tantas otras libertades del hombre, va devastando las comunidades cristianas en países como Irak o Siria, como Nigeria, Kenia y otros lugares de África, y tantos otros olvidados en la memoria colectiva de nuestro mundo. Pero la realidad está ahí, y es terrible: desde quedar marcados socialmente por el hecho de tener fe hasta ser asesinados por grupos terroristas, expulsados de sus casas o expuestos a amenazas, vejaciones y violencia. Ellos conocen cotidianamente la humillación gratuita, la marginación y el exilio, incluso el asesinato. Las iglesias son profanadas, destruidas por un integrismo que en el fondo nada tiene de auténticamente religioso. La presencia cristiana milenaria en estos países, con su gran riqueza, está en peligro, cercana a la extinción. Ante esto no podemos callar. No debemos callar hermanos y hermanas se ha de traducir en primer lugar en ser conscientes de esta realidad que están viviendo, para poder así rezar por ellos sintiéndonos cercanos a ellos, que viven esta situación de persecución y de cruz.
Tú Padre de toda la humanidad. Aunque divididos en naciones y razas, todos los hombres son hijos tuyos, de ti reciben la vida y la existencia, y tu les animas a que cumplan tus leyes de modo que cada uno pueda conocerte y amarte. Haz que desaparezcan los odios y las luchas, haz que una paz perenne llene la tierra, y que en todo lugar la humanidad pueda gozar los frutos de la paz y de la Resurrección de tu Hijo.
María, Madre del Señor, es signo resplandeciente en el camino del pueblo de Dios, figura de una humanidad nueva y fraterna. Pidámosle a ella, Reina de la Paz, que interceda para que, en los países devastados por tantas formas de conflicto y donde los cristianos son perseguidos a causa de su fe, la fuerza del Espíritu de Dios ayude a las personas a llegar al entendimiento, haga caer las armas de las manos de los violentos y conceda confianza a quienes están tentados de caer en la desesperanza.
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